HÉROES IGUAL

Por: Lucho Roccasalvo

Todavía se escuchaba el crepitar de los metálicos tapones sobre el tunel de ingreso al vestuario local. Aún no se habían acallado los ecos de la multitud azulgrana que saludaba a sus representantes en la derrota, cuando una carcajada rasgó el silencio:

- Te dije, Santi, son tarados. Te lo anticipé ni bien llegaste: yo los conozco desde hace tiempo. Los tribuneás un ratito y se incendian las palmas aplaudiendo cualquier pelotudez.

El autor de estas crudas reflexiones debió quitarse el brazalete antes de revolear su remera hacia el remolino azulgrana que desbordada la cabecera del Presidente Cangallo. Era uno -acaso el más autorizado, por su condición- de los integrantes de la versión aggiornada, argentinizada y asanlorenzada de "La Liga de la Justicia". En Boedo los conocían como "La Runfla de la Tarasca", porque eran quienes recibían y repartían los cheques entre sus compañeros.

- La verdad, me cagaste, Adri. Creí que se venían los cascotazos, pero son una máquina de comprar espejitos de colores. Con razón acá el Tarta es Gardel, dijo "Santi", que todavía conservaba su vincha, a pesar de haber participado en la subasta de casacas. - Yo tuve que echarle una botellita de agua a la mía antes de tirarla, para que estos nabos crean que la transpiré, ja!

Sin su buzo, en un rincón, "Agus" completaba la terna:

- Que no decaiga, vieja, el Cuqui zafa del hospital y se nos suma en Esperanto. Hay gatos y "milonga" para todos! Ahora le sobo un poco la peluca al Rafa y sacamos premio por derrota, es la que nos falta, chabón. Por suerte no me tiré en el de Palacio, porque estaría todo magullado. Estoy impecable, me ducho y arranco para el boliche.

- Sos un grosso, Agus, reconoció el capitán. Encima, si nos tiran un hueso, nos toca el 33%. Al final éramos 9, así que a los otros giles les picoteamos el monedero. Que se jodan Quico y Lavanda por zarparse de sobreactuados, estipuló sin la menor dosis de piedad o compañerismo.

- Perá que la llamo a la jabru y le digo que me tengo que ir a una reunión por los premios. Esa pelotuda también entra como un camello: total, va a estar feliz de que mañana la llevo a Poço da Poronga. Me había armado un bondi insoportable porque nos teníamos que quedar a recibir los premios el martes. Yo le dije: fumá, flaca. El sábado hacemos la que mejor sabemos y vacaciones para los pibes.

La escena se iba despoblando. Los más apresurados ensayaron ante los espejos la cara de consternación antes de enfrentar a la prensa. Desde lejos se escuchaba "jugamos una final como hombres, no se nos dio", mientras el autor de las palabras miraba de reojo hacia la puerta entornada del vestuario. Allí, en slip y toalla, tres muchachones arrancaban un tren loco al ritmo de "Ay qué buena está la fiesta, mamá", mientras palmeaban el almácigo reluciente del azorado titular de la Institución.