El fútbol pasa... nos vamos poniendo viejos...

Por CrOsTI (crosti@dislateazulgrana.com)

Soy un viejo choto. Ya no caben dudas. Lo que me rompía los nísperos en mi añorada infancia y en mi aún fresca adolescencia, eso de los veteranos dictaminando, “estos jugadores, a los de mi época no les podían ni atar los cordones” o “la pollera por debajo de la rodilla” o “Internet está llena de degenerados”, estoy empezando a decirlo, y repetirlo, casi como una letanía.

Me doy cuenta que no es solo por mi Sanlorencismo fanático, también lo siento a nivel general.

Hace años, uno podía odiar a esa putita francesa que se calzaba la 10 de las gallinas pero, íntimamente, sabía que el tipo era un crack. Hoy, aparte de cagarnos de risa con el gordo come fititos por su inexistente estado físico y su calamitosa verborragia, ni siquiera nos genera un atisbo de reconocimiento, es más, no comprendemos cómo una cosa así puede jugar al fútbol de manera rentada.

Mirando hacia nuestra alacena (“Arcangelito Carpa” dixit), abrimos y se nos cae encima un espécimen, creemos que puede llegar a ser un ser humano, que nuestros queridos hermanos guaraníes nos encajaron, y que es una verdadera afrenta. Mucho peor que el calificativo de “curepas” que tan simpáticamente nos impusieron a nivel nacional. Un sin talento inigualable. El público ya le bajó el pulgar hace rato. La prensa, que vive de la carroña, cuando se dio cuenta que era indefendible, se sumo a la causa.

Parece que, finalmente, el DT también se avivó.

Rogamos para que el Grupo Invasor, o quien sea que trajo a esta cosa, lo devuelva a su hábitat natural, que crezca, se reproduzca y viva muy feliz rodeado de sus semejantes... eso sí, lejos, muy lejos de la selva de Boedo.